

La obra analiza la problemática surgida en las Islas por las diferencias religiosas, especialmente a la hora de dar sepultura a los anglicanos en territorio católico.
La presencia inglesa en las islas Canarias se remonta al mismo momento de su conquista. Las buenas relaciones entre Inglaterra y Castilla animan a las dos naciones a la firma del Tratado de Medina del Campo (1489), que daba a los ingleses el derecho de comerciar en todos los dominios españoles, incluida América y Canarias. No obstante, los miembros de la comunidad tenían una concepción diferente a la católica, considerada como rechazable: el anglicanismo, producto de la forma particular del protestantismo en Inglaterra.
En esta obra, los autores analizan en profundidad las problemáticas surgidas por las diferencias religiosas, especialmente a la hora de dar sepultura a los anglicanos en territorio católico.
Ficha técnica