A mediados del siglo XVIII se produce uno de los acontecimientos más importantes y, al mismo tiempo, menos conocidos de la historia. Se le llamó el Pleito del Común, una lucha que se prolongó durante varios años y que concluyó con la constitución, en Santa Cruz de La Palma, de la primera institución cuyos gobernantes fueron elegidos por el pueblo. Sucedió dieciséis años antes de la Revolución Francesa.
Aquel movimiento que acabó con los regidores perpetuos (cargos que se heredaban de padres a hijos) fue liderado por el comerciante irlandés Dionisio O’Daly que, de la mano del abogado local Anselmo Pérez de Brito, logró un hito histórico del que poco se ha hablado. Desde una pequeña isla del Atlántico se escribió un capítulo de la historia, que ya no volvería a ser la misma.