Bajo el efecto del espejismo de modernidad que impulsa el capitalismo extranjero, en la capital del Archipiélago se mantiene intacto el dominio de los grandes propietarios de la tierra y el agua, con un control caciquil del sistema político y un sometimiento semiservil de las clases populares en sus condiciones laborales y de subsistencia.
De esta manera, el capitalismo de marcado carácter semicolonial que se expande por las Islas reforzará la naturaleza semifeudal de la sociedad canaria, demostrando importantes líneas de continuidad entre el atrasado campo canario y la avanzada zona urbana y metropolitana.