"A él le toca pescar en el agua y me toca pescar a mí en tierra", cantaba metafóricamente la letra de una pieza popular del folklore canario, Somos costeros, del afamado Pancho Guerra, reflejando la tradicional división del trabajo en base al género en Canarias, y cabe decir que generalizada y típica también en el ámbito del sector pesquero en el estado español, según la cual el mundo del mar era un espacio principalmente asignado a los hombres, mientras el mundo en tierra era el ámbito en el que las mujeres llevaban el protagonismo y la voz cantante.
El machismo y el androcentrismo aún dominantes en nuestra cultura, que da mayor importancia a lo que los hombres hacen frente a lo que hacen las mujeres, han sido los principales responsables de la invisibilización de la mitad femenina de las poblaciones pesqueras.
Sin embargo, el auge de los movimientos feministas que han criticado el prejuicio descrito, junto a la incorporación de mujeres al campo de la investigación social y otros sectores extractivos pesqueros, tradicionalmente copados por hombres, han contribuido a iniciar un cambio de óptica y sensibilidad hacia el sincero reconocimiento del papel jugado por las mujeres en dichas comunidades y a quienes tanto debemos.
Este libro es solo un granito de arena junto a su inmensa playa.