El conjunto patrimonial formado por el santuario del Cristo de los Dolores y el convento agustino de San Sebastián en Tacoronte es fruto del patronazgo y mecenazgo del capitán D. Tomás Pereyra de Castro y Ayala.
Construido a mediados del siglo XVII, encuentra su momento culmen con la colocación de la imagen titular en la capilla mayor. El Cristo de los Dolores llega al municipio en 1661 y está atribuido al escultor lusitano Manuel Pereira. Desde sus inicios, despertó el fervor de todas y todos los tacoronteros, convirtiéndose en una de las imágenes cristológicas más veneradas de Canarias.
Pero no todo fueron alabanzas, pues a su llegada despertó el recelo del Tribunal de la Santa Inquisición que halló indicios de delitos contra la moral y la fe en la gran cantidad de sangre representada, las llagas de corte realista, el desnudo y las formas seductoras y redondeadas, así como el anacronismo de un Cristo que, al mismo tiempo, está sufriente y resucitado. A esto había que sumarle su posible inspiración en las esculturas clásicas griegas, máximas representantes del paganismo, así como en libros apócrifos prohibidos por el Cristianismo. Un año después de su llegada, la existencia de imágenes similares en el territorio peninsular posibilitó el permiso para su veneración.
El ornato del interior del templo ha sufrido multitud de modificaciones, ya fuera por su enriquecimiento en el siglo XVIII, la Desamortización de Mendizábal en 1836 o la pérdida de retablos en la agresiva intervención acaecida en los años sesenta del siglo XX. Lo que se conserva en la iglesia es un escueto testimonio de lo que un día fue su rico patrimonio, fruto de la devoción de las y los creyentes, así como la disposición interna de las celdas y estancias del edificio conventual, modificadas posteriormente.
Este libro intenta arrojar luz a este respecto y devolver al santuario y convento de San Sebastián algo del esplendor del pasado, así como homenajear al Cristo de los Dolores de Tacoronte, en torno al cual, durante el mes de septiembre, se convocan y reúnen propios y foráneos.